Publicado 17/10/2025 03:08

Desconecta.- ¿Por qué hay uvas ahora sin pepitas? La explicación de un agricultor que sorprende a muchos consumidores

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Uvas - UNSPLASH - NACHO DOMÍNGUEZ ARGENTA

MADRID 17 Oct. (EUROPA PRESS) -

Las uvas sin pepitas se han convertido en una presencia habitual en los supermercados y fruterías, pero no todos tienen claro de dónde salen ni cómo es posible que una fruta que siempre tuvo semillas ahora aparezca lisa y perfecta. Su expansión ha llevado a muchos a preguntarse cómo se logra y si, como algunos creen, es fruto de una modificación genética.

La duda la despeja el agricultor sevillano que está detrás del perfil @masquelechugas, dedicado a divulgar curiosidades sobre el campo y los cultivos ecológicos. En uno de sus vídeos, explica que las uvas sin pepitas no son un invento de laboratorio, sino el resultado de una mutación natural que se descubrió hace siglos y que los viveristas aprendieron a reproducir.

UNA MUTACIÓN NATURAL, NO UN EXPERIMENTO GENÉTICO

Según cuenta el agricultor, las primeras uvas sin pepitas aparecieron por casualidad: una mutación espontánea en la que la planta produjo frutos sin desarrollar las semillas. A partir de ahí, los viveristas comenzaron a seleccionar esas cepas y a cruzarlas entre sí para conservar esa característica generación tras generación.

En otras palabras, lo que hoy conocemos como uva sin pepita procede de un proceso de selección natural y mejora agrícola, no de manipulación genética. Los agricultores observan qué plantas presentan esa mutación y las reproducen, sin introducir genes externos ni alterar el ADN en laboratorio. Es el mismo principio que ha guiado durante siglos la mejora de frutas y verduras tradicionales.

LA HISTORIA DE UNA VARIEDAD QUE CAMBIÓ EL VIÑEDO

La primera uva sin pepita documentada fue la Sultanina, también conocida como Thompson Seedless, originaria de Oriente Medio y cultivada desde hace siglos. Esa mutación natural dio origen a numerosas variedades modernas que hoy se cultivan en España y otros países del Mediterráneo, adaptadas a distintos climas y tipos de suelo.

Gracias a ese trabajo de selección, las uvas sin pepitas son más homogéneas y resistentes, algo que facilita su cultivo y conservación sin necesidad de recurrir a tratamientos químicos intensivos. Por eso han ganado presencia en la agricultura ecológica.

Más allá de la curiosidad, las uvas sin pepitas se han popularizado porque son cómodas de comer y versátiles en la cocina. Son una opción práctica para postres, desayunos o para los más pequeños, que pueden disfrutar de la fruta sin tropezarse con las semillas.

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